sábado, 3 de junio de 2017

Presentación del proyecto

   Hola, somos los chicos y chicas de 5to. grado A (JC) del Normal 7, José María Torres. Queremos contarles que estuvimos leyendo diferentes relatos de "Las Mil y Una noches", y como cierre de esta propuesta de trabajo dentro del área de Prácticas del Lenguaje, hicimos nuestras propias escrituras de relatos al estilo de los cuentos trabajados. Escribimos algunos cuentos solos y otros en parejas, y realizamos revisiones sobre nuestros escritos. Aquí les presentamos nuestro producto final. ¡Esperamos que lo disfruten! Muchas gracias. Los chicos y chicas de 5to A.

viernes, 2 de junio de 2017

   Había una vez un sultán que vivía en la antigua Persia, cuyo pueblo había sido maldecido con un terrible conjuro: ningún habitante podría conciliar el sueño, antes de reunirse por las noches en la plaza y escuchar un original e ingenioso relato inventado por el sultán. Así fue como este monarca se veía en la necesidad de inventar cada noche un original y maravilloso cuento para que su pueblo pudiese finalmente descansar.

jueves, 1 de junio de 2017

El sultán debuta como cuentacuentos

   Jalim, el sultán, no quería saber nada con contar cuentos. El estaba convencido de que no era buen narrador, era muy pero muy tímido, pero lo que tenía a favor era que tenía una espectacular imaginación. Eso beneficiaba mucho a su gente, ya que siempre estaba dispuesto a pensar en todas las alternativas posibles para solucionar los problemas, y su imaginación y creatividad lo ayudaban mucho para eso. La cuestión es que tenía que ponerse a contar cuentos para que los miles de habitantes de su pueblo pudiesen descansar. Ya hacía dos noches que no dormían, y todos andaban con unas ojeras terribles. El visir, muy preocupado, se acercó a Jamil y le dijo: "vamos esta noche a la plaza Jalim, estoy seguro de que sus cuentos serán la solución para este momento. Y así lo hizo Jalim, se presentó en la plaza y comenzó a contar esta hermosa historia:

Sebam y el bosque misterioso


   Había una vez un leñador llamado Sebam que vivía en un pueblo muy hermoso, rodeado de bosques. El tenía la asombrosa habilidad de trepar árboles con mucha facilidad. Este leñador se levantó un día como cualquier otro, dispuesto a trabajar y cortar mucha leña, pero decidió ir a un bosque diferente a los que iba siempre, donde le habían dicho que había árboles con muy buena madera. Así fue que entró a este bosque, pero ni bien entró le pareció que era un bosque muy diferente a los demás bosques, aunque no se daba cuenta bien por qué. Sin embargo, trabajó duro en él como siempre hacía, hasta que se hizo de noche. 
    Cuando cayó la noche Sebam se dio cuenta de que no encontraba la salida y se había perdido en aquél bosque tan raro. Desesperado corrió y corrió sin poder hallar la salida. En determinado momento encontró una pequeña cabaña. Se quedó ahí, por lo alrededores de esa cabaña, esperando que apareciera el dueño de casa para pedirle ayuda. Pero mientras esperaba escuchó el aullido de algo que le parecía un lobo. Sintió que ese sonido se acercaba más y más hasta que finalmente logró ver a un enorme lobo blanco, mirándolo con los colmillos afilados. 
    Sin dudarlo, dio un salto y entró a la cabaña por una de las ventanas. Allí agarró agua, comida y leña, fue al piso de arriba y saltó por la ventana. Pero ni bien sus pies tocaron la tierra toda una manada de lobos comenzó a perseguirlo. Seban salió corriendo y siguió así hasta que se le ocurrió una idea: aprovechó que en ese bosque tan extraño nevaba, entonces tiró un chorro del agua que él llevaba y ese agua se congeló y los lobos que venían atrás comenzaron a resbalarse en el hielo y se cayeron. 
   Fue así que Sebam por fin perdió de vista a los lobos, y casi sin darse cuenta, encontró la salida. Ya más tranquilo, Sebam descansó, tomó agua, comió, se refrescó la cara y durmió confiado. A la mañana siguiente, se dirigió nuevamente al pueblo y contó lo sucedido. Entre la gente que se agrupó en la plaza central del pueblo para escuchar su relato estaba Hannah, la chica de sus sueños. A pesar de que Seban estaba perdidamente enamorado de ella, Hannah nunca se había fijado en él porque Sebam era muy tímido y no se animaba a hablarle. Así fue que a partir de este suceso se conocieron, se pusieron de novios y finalmente se casaron y vivieron felices para siempre.


Por Iván del Grosso


     Luego de este cuento, todos estaban bostezando tan profundamente, que fueron llegando a los tumbos hasta sus casas, se metieron en sus camas, y conciliaron un hermoso y reparador sueño, como hacía días no lograban conseguir.

miércoles, 31 de mayo de 2017

El segundo cuento de las buenas noches...

   Jalim seguía un poco preocupado, dado que si bien en la primer noche de cuentacuentos le había ido bien, eso debería repetirlo cada noche, para que fuese efectivo. Llegaba el anochecer y se empezaban a escuchar el llanto de los más chiquitos, ya fastidiosos porque necesitaban un descanso. Jalim congregó nuevamente a la gente en la plaza, y comenzó así su nuevo cuento:



Amor sincero

Había una vez una hermosa muchacha llamada Sara que vivía en Egipto. Cierto día que Sara iba paseando por el zoco vio a Yamil, un muchacho muy conocido en el pueblo por ser un gran malabarista. Yamil flechó el corazón de Sara al instante. La muchacha ni bien lo vio, se enamoró perdidamente de él, y lo mismo le pasó al joven con ella.
Pasaron unos días y el joven no pudo contener su emoción, y corrió a buscar a Sara para preguntarle si quería ser su novia. Ella respondió que sí, pero que el problema era que su papá no la dejaba tener novio. El muchacho le respondió que eso no le importaba a él, ya que estaba dispuesto a luchar por su amor.
Así fue que el joven malabarista se dispuso a ir a hablar con el padre de su amada, para pedirle la mano. Pero al terminar de hablar, el padre siguió diciendo que no, que no permitiría a su hija ponerse de novia con él.
Al día siguiente Yamil encontró una vasija de metal tirada al costado de un camino, la limpió para poder ver su reflejo, y en seguida salió de adentro un genio. Ese efrit no era justamente un efrit de los buenos, sin embargo le hizo esta propuesta a Yamil: 
-Te daré sólo un deseo, pero para poder concedértelo me tienes que hacer luego un favor.  El joven aceptó, y el deseo que pidió fue poder estar con su enamorada.
Tiempo después, ya cuando Yamil y Sara estaban juntos, apareció el genio y le dijo al chico: 
-Ahora te toca a tí hacerme el favor que me debes. Y el muchacho respondió:
-¿Cuál es el favor que quieres que te haga? Lo que el genio pidió era que el mismo Yamil matara al papá de Sara. 
El muchacho, al escuchar ese terrible pedido, respondió con un:  “¡No!, ¡No pienso hacerlo”.  Pero el efrit le explicó que si se negaba, entonces él mismo con sus poderes mataría a su novia. Ante esta situación, Yamil aceptó matar al padre de la chica.
Pero el joven fue astuto y le tendió una trampa al efrit. Fue a hablar con el padre de Sara y le contó todo. El papá de la chica le dijo, entonces: 
-Eres una buena persona, después de todo. Entonces te dejaré estar con mi hija. Al ocurrir esto, Yamil se puso muy feliz, ya que recordó algo que le había revelado una vez un mago muy poderoso: que si uno lograba conseguir lo que quería sin ningún hechizo ni pedido a un genio, cualquier hechizo que haya estado antes se rompe y ese genio se va para siempre. Fue así que finalmente Yamil y Sara fueron felices.



Por Xiomara

Con este nuevo cuento, jóvenes y viejos, suspiraron pensando en el amor, y bostezaron también al sentir que sus cuerpos por fortuna se preparaban para el merecido descanso de todas las noches, ahora facilitado por el gran Jalim, que cumplía una vez más con su cometido de contar cuentos.

martes, 30 de mayo de 2017

Un cuento que preocupó a la gente...

   Jalim fue la tercer noche a la plaza del pueblo a contar otro cuento, ya mucho más relajado y confiado en su capacidad de conseguir brindarle las buenas noches y los felices sueños a su pueblo. Y este fue el cuento que les contó:


HEBRAHIM SALVA A EL PUEBLO 

En un pueblo muy lejano donde la tranquilidad era su fortuna, vivían buenas personas hasta que un día llegó a revolucionar la tranquilidad, Emir. 
El era un mercader delgado, alto, con ojos claros, y siempre vestía hermosos trajes. Pues su trabajo era vender joyas de muy alta calidad. 
Pasado un tiempo desde su llegada comenzaron a ocurrir cosas extrañas en el pueblo, como por ejemplo, que desaparecía el oro de varias casas. 
Cierta noche, un hombre llamado Hebrahim encontró a Emir, el mercader, hablando con el hechicero Shariar, al que todo el pueblo le temía. Shariar era un hombre muy malo, que incluso hasta podría llegar a matar al líder de ese pueblo si así se lo proponía. 
 Hebrahim empezó a sospechar de la amistad que habían entablado el mercader y el hechicero, algo le olía mal en eso. Fue por eso que Hebrahim convocó a una reunión con el pueblo, para poder hablarles de este asunto. 
Todo el pueblo se asombró mucho al escuchar a Hebrahim cuando dijo
-No saben, hace unos instantes acabo de ver a Emir con un hechicero.  Pero nadie le creyó semejante cosa, pues nadie jamás se hacía amigo de Shariar, por su terrible maldad. Y el nuevo vecino, Emir, aunque era recién llegado, tenía a la gente del pueblo encantada con su forma de vestir y de mostrarse.   
Fue así que desde ese entonces el pueblo no confió más en Hebraim, por considerarlo mentiroso. Pues todos estaban convencidos de que les había querido hacer creer algo que no era verdad. 
 A la noche siguiente... 
 Habraim llevó a parte de la gente del pueblo a donde estaban hablando Emir con Shariar. Entraron justo cuando Emir le estaba diciendo a Shariar que quería más de esa pócima para hacerse invisible y  robar el oro. 
La gente, al ver al mercader Emir hablar con el hechicero, se quedó asombrada. Todo el mundo confiaba en el mercader porque él era de otro pueblo, se mostraba muy amable y todo, pero lo que el pueblo no sabía era que lo habían expulsado de su pueblo porque él robaba. 
 Desde entonces Hebrahim pasó a ser el más querido del pueblo porque los había salvado de perder a todos el oro. 

FIN

Por Priscila y Nic



   Al terminar el cuento, Jalim  percibió la cara de preocupación de la gente. De pronto todos empezaban a mirarse unos a otros con desconfianza, y a estar atentos a sus bolsas con el dinero. Ni bien vio esas actitudes, el sultán le aclaró a su gente: "Vayan tranquilos...se trata sólo de un cuento. Por fortuna no hay tales maldades en nuestro pueblo". Esas palabras ayudaron a que la gente se desconcentrara con tranquilidad, y se dirigieran a sus casas, para poder dormir felizmente, una noche más.

Un cuento con alfombras mágicas

   La gente del pueblo, ya de a poco se iba a costumbrando a que el sultán Jalim los sorprendiera cada noche con un hermoso cuento. Y muchos ya empezaban a dejar notas en el palacio pidiendo cuentos con motivos de su preferencia. Muchos habían pedido cuentos en los que aparecieran alfombras mágicas. Por lo tanto, Jalim los sorprendió esta noche con uno de los relatos más pedidos, que empieza así:


El ladrón de la alfombra
  

Había una vez, en un pueblo muy lejano, dos niños que se habían hecho muy amigos, y estaban siempre juntos.  Uno llama a Cherezade y el otro Simbap y los dos chicos tenían alfombras mágicas que habían heredado de sus abuelos, dos famosos magos.
 En aquél pueblo también vivía un señor al que todos llamaban La Sombra, porque siempre caminaba detrás de alguien. Este señor se quería robar las dos alfombras mágicas, y empezó a perseguir a los chicos, hasta que finalmente se pudo robar una de ellas. 
Como aún les había quedado una alfombra  Cherezade y Simbap  lo siguieron volando. Pero no podían alcanzarlo y le empezaron a lanzar frutas hasta que una de ellas le pego en la cabeza y el ladrón se cayó de la alfombra. Así los dos chicos aprovecharon para agarrarla.
Cuando llegaron al piso  La Sombra les explico  por qué les había robado la alfombra y los chicos lo comprendieron.   La Sombra se disculpó y les devolvió la alfombra voladora.   Los chicos finalmente decidieron regalarle una alfombra mágica porque La Sombra la quería desde chiquito y su madre no había podido conseguírsela.  Así, todos fueron felices. 
Los chicos estaban contentos porque a la noche en el palacio lanzaron fuegos artificiales y pudieron  verlos en sus alfombras mágicas mientras flotaban en el aire.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                               FIN



Por Nicolás Reiner y Thiago






   El cuento terminó y las caras abriendo las bocas de las que salían bostezos empezaban a verse por doquier. La gente  del pueblo se fue sonriendo y restregándose los ojos, cada uno para su casa a dormir plácida y profundamente hasta el siguiente día.

lunes, 29 de mayo de 2017

Y si llueve?

Si llovía, la gente iba igual a la plaza, pues si no, nadie podría descansar. Así fue que con una torrencial lluvia, la gente del pueblo de Jalim se congregó igual en la plaza para escuchar un nuevo cuento, que decía así:


El mercader

Había una vez un mercader llamado Alí. El era muy pobre, lo único que podía vender eran los jarrones que hacía con sus manos. Vivía en un pequeño vecindario de un pueblo conocido como ciudad Akabad.
Un día, mientras Alí vendía en el zoco, conoció a un muchacho y le preguntó: 
-¿Cuál es tu nombre?, y el  muchacho respondió: 
-Mi nombre es Rahim, soy un sirviente del visir. Pronto se hicieron amigos, y Alí le propuso a Rahim ir a una aventura. Rahim dijo:
-mm... lo pensaré.
El sirviente del rey creía que lo de una aventura sería una broma, pero finalmente aceptó. Antes de partir, Rahim le preguntó a su amigo, el mercader: 
-¿A dónde vamos?, a lo que Alí respondió: 
-Espera un poco, ya verás-.
Caminaron un largo rato por el desierto, hasta que de pronto encontraron algo enorme, se trataba de un castillo muy inmenso! Y de repente Rahim exclamó: 
-¡Pero no estamos solos! Justo en ese momento, apareció ante ellos un gigante lleno de plantas negras y ojos rojos terribles, y a los amigos no les quedó otra que enfrentarlo.
Rahim tenía dos espadas bien afiladas y preparadas. Y con esas armas lo atacaron con todas sus fuerzas. Les fue muy difícil, pero finalmente lo destrozaron.
Los amigos siguieron su camino noche a noche, hasta que varios días después Rahim dijo: 
-Ya llegamos, esto quería mostrarte. Esta es mi ciudad, ciudad Sabalí.
Alí quedó muy impresionado por tan hermosa ciudad, y la recorrió junto a su amigo. Mientras paseaban, Alí conoció a una joven llamada Scherezada, quién le dijo cierto día: 
-¿Quieres escuchar mis historias?-. El mercader aceptó, y cada noche esta joven le contaba una maravillosa historia alrededor de una fogata.
Luego de pasado un tiempo, Alí decidió volver a su ciudad, Akabad, porque extrañaba mucho a su gente. Al llegar, Alí les contó a todos su gran aventura vivida cuando iba rumbo a la ciudad Sabalí y se cruzó con el gigante.
Y finalmente, Alí encontró en esa nueva ciudad otro lugar para ir a vender sus jarrones y continuar trabajando.
   
FIN


Por: Amiel


La lluvia por suerte había menguado, y ya felices por haber podido escuchar el relato "de las buenas noches", se fueron todos nuevamente a descansar...

domingo, 28 de mayo de 2017

Otro cuento para enamorar a las almas que querían irse a dormir...

   Los cuentos de amor, se había dado cuenta  el sultán Jamil, eran efectivos cada tanto para que la gente se fuese a dormir con una sonrisa y en paz. Así que para esta noche, eligió contar un cuento ara enamorar corazones, una bella historia que era así:

Amor entre Rusia y Arabia

Había una vez una mujer que era mamá y tenía una hija llamada Anisa. Anisa era muy bondadosas, pero pertenecía a una familia pobre. Esta muchacha estaba muy enamorada de un chico de su pueblo llamado Damil.

 Ellos tenían un aspecto parecido: Anisa era alta y tenía pelo castaño con rulos, en tanto que Damil era también alto y de pelo castaño. Eran originarios de Rusia pero vivían en Arabia hacía muchos años.

Anisa con el correr de los años aprendió a coser y comenzó a hacer vestidos,  los que vendía en la ciudad. Los vestidos se volvieron tan famosos que hasta los pudo vender en el palacio. Al rey de ese palacio le gustaron tanto los vestidos y trajes elegantes de Anisa, que ella pronto se convirtió en una doncella.  

Anisa fue entonces que se pudo casar con su enamorado, y hasta lograron tener su propio palacio su propio palacio. Cierto día, paseando por el jardín del palacio, la joven pareja encontró una lámpara tirada. La frotaron y de ahí apareció un hombre pequeñísimo que les contó que hacía cuarenta años que estaba ahí encerrado. En agradecimiento a que lo hayan hecho salir al frotar la lámpara, les concedió tres deseos.

Los deseos que Anisa y Damil pidieron fueron: que nunca les falte nada, que no les pase nada malo a ninguno de los dos, y para el tercer deseo el pequeño hombre les dijo: -les agradecería muchísimo que como último deseo pidan que yo no tenga que regresar a esa lámpara-. Damil y Anisa lo pensaron, y aceptaron.
Finalmente, con el paso del tiempo, los jóvenes y el pequeño hombrecito se hicieron muy amigos y vivieron felices los tres en el palacio.


Por: Kiara y Zamira

   El cuento terminó, y como cada noche, la gente se iba a paso cansino a reposar sus cuerpos en las mullidas camas que a cada uno lo esperaba en su casa. Los pequeños pedían upa...señal de que el cuento había sido efectivo, y todos irían a descansar.

El sultán casi se queda afónico

   Luego de la lluvia de la última noche, el sultán sufrió una severa asfonía, lo que lo preocupó muchísimo, dado que sin contar cuentos, su gente no descansaría. Pasó todo el día tomando variadas medicinas y untándose la garganta con elíxires especialmente preparados. Al llegar la noche, logró conseguir un hilo de voz, que aunque tenue, le permitió llevar adelante este nuevo relato:


El efrit de la botella

En una casa detrás de un zoco en Persia vivían dos hermanos llamados Bashira y Ghali. Eran pobres y curiosos, ellos sólo podían comer los restos de los restaurantes del zoco.
Un día, en el basurero, agarraron una botella de salsa de tomate. Lo que no sabían era que desde adentro de la botella saldría un efrit malvado y poderoso. Al abrir la botella lo vieron y lo primero que se les ocurrió fue pedirle un deseo, porque pensaron que era bueno, pero sin embargo, resultó todo lo contrario.
 Cuando el genio escuchó el deseo que habían pedido los chicos dijo: 
-¡Ja!¿pensaron que era bueno? Y los niños respondieron: 
-Sí, pero ¿por qué? ¿No concedes deseos? El efrit volvió a decirles que era malo,  pero como los niños eran curiosos, insistieron y le volvieron a preguntar:
-¿Pero por qué eres malo? El efrit, ya rojo de furia dijo: 
-¡basta de preguntas! Los mataré!-
Los niños, al escuchar esa amenaza, corrieron hasta el palacio del sultán. Cuando llegaron el visir les permitió el acceso al verlos tan preocupados. El sultán estaba en sus aposentos. En cuanto los chicos llegaron ahí le comentaron lo que sucedía. Y el monarca preocupado exclamó: 
-¡por Alá! ¿Que sugieren hacer? Los chicos le dijeron al sultán que lo que querían era darle una recompensa.
Al rato, el efrit malvado se les apareció nuevamente a los chicos y les repitió: 
-¡Los mataré!, y los niños le dijeron: 
-Espera, te daremos 1.000 monedas de oro, pero solo si dejas de molestar. Ante tan tentador ofrecimiento el efrit aceptó y con esas 1.000 monedas de oro se compró una hermosa casa, muy parecida al palacio.
En tanto que por su parte, los  niños y el sultán vivieron felices y  junto al visir llamado Farah.


Por: Clarisa y Lara




   La gente, luego se fue,  agradecidísimos con su líder, que aunque casi sin voz no los dejó quedarse sin poder dormir, gracias a su valioso cuento de todas las noches.